La sangre corría por sus venas a una temperatura totalmente descomunal cuando le acariciaba el ombligo, sus manos se llenaban de fuerza y me estampaba sobre la almohada dejandome fuera de todo intento de tomar yo las riendas de la situacíon. Pero siempre, justo despues de cada polvo, se volvía, me sonreía y hacía de tripas corazón, se tragaba sus celos, el orgullo, sus dudas y las mías a la vez. Hacía que todo fuese perfecto.
Nos tiramos todo un invierno y mitad de primavera metidos en el mismo edredón, con las mismas sábanas y el mismo calor del pasado verano.
Pero un día el no llamó a mi puerta, no esta vez. Se fué como quien dice para no volver... y ahora yo estoy feliz y a la vez angustiada por saber que le deparará el futuro. Tengo miedo de que tenga miedo de no volver a ser feliz, de que deje de sonreir, de que intente alguna locura o que deje de creer en el amor.
A veces es duro y duele, pero es así.''
¡Qué fácil sería ser rueda, solo tendrían que darte un empujoncito para poder rodar, y que duro es ser humano, que por más que te lo dan nunca aprendes a caminar solo!